Quince canciones para la memoria.

Me pide mi querida Natalia que exponga las 15 canciones que más me han marcado en mi vida. Ponía como condición que tardase menos de 15 minutos en elegirlas –no sé si era suya la petición o si era un MEME de esos raros, que también circulan por Facebook-, lo cual doy mi palabra que he hecho. He tardado bastante más en extender el tema porque he querido resaltar los aspectos más notables para mí de mis canciones favoritas y lo que dicen a mis oídos cada vez que las oigo. Además, para que podáis curiosear a gusto, me he molestado en enlazar cada canción con sus respectivos vídeos en youtube. No se lo paso a nadie, el MEME digo, pero sí que me gustaría que compartieseis vuestras opiniones sobre éstas y otras canciones que queráis mencionar (a veces me siento como un gilipollas pidiéndoos que comentéis, nunca me hacéis caso; pero luego bien que me puteáis cuando no subo posts)

Nothing else matters, de Metallica. Es mi canción favorita por excelencia. Fue de las primeras canciones que me llamaron la atención y desde que era un mocoso no he dejado de escucharla a diaro. Hasta es de las pocas que me atrevo a cantar, xD. La melodía es sencilla, pero hipnótica; la letra es simple, pero infinita. “Nunca me interesó lo que dicen/ nunca me interesó los juegos que ellos juegan/ nunca me interesó lo que ellos hacen/ nunca me interesó lo que ellos saben”, ese “interesó” en el sentido de “importar” “preocupar”. Sin duda, la de “Esclavos” de Nach y ésta fueron las canciones cuyas letras más me marcaron y más contribuyeron a lo largo de los años a hacerme tal como soy.

Gangsta’s Paradise, de Coolio. Porque me parece uno de los mejores temas de rap de toda la historia, y la peli de la cual es la banda sonora, la mejor de su género. Injusticia, incultura, calles, drogas, muerte, esperanzas, sueños imposibles… y al final, la terrible pregunta ¿Por qué somos tan ciegos como para no ver que a los que herimos es a ti y a mí?

Ghetto Gospel, de Tupac. Para mí, esta obra póstuma supone, al igual que la de Coolio, otro de los mejores temas de rap de toda la historia. Base enérgica y bella, sample adecuado, y letra brutal en contenido y forma. Nuevamente el mundo de la calle, las pandillas, drogas, delirios de grandeza al empuñar un arma, injusticia, lucha individual, valor, coraje, muertes, errores, esperanza, rabia, impotencia, soledad, FE en uno mismo y en los demás. “Bebí de mis propias botellas”, frase que siempre intento tener muy presente. “Hay que conseguir la paz mundial, y hay que parar la guerra en las calles”. Ojalá ZP escuche esta canción antes de que dicha guerra sea irreversible.

Esclavos, de Nach. Porque me enseñó hace muchísimos años las contradicciones de una ideología que estuve muy cerca de abrazar. Gracias Nach. Cobardía, temor, Odio, reacción enfermiza, incomprensión, incultura, injusticia, todo ello en apenas cuatro minutos de excelentes rimas. Para mí, esta repulsión y odio al extraño existe además de los blancos con respecto a los negros, también de los negros con respecto a los blancos, y de los moros, de los sudamericanos, y de los gitanos… hasta de los chinos si me apuran. La incultura e indigencia intelectual no tiene color: habita allí donde no hay una educación eficiente y tolerante.

Nada es perfecto, de ZPU. La escuché miles de veces el par de meses que estuve postrado en la cama tras mi operación de rodillas. Primeras citas caóticas, amores que se materializan, proyectos imposibles al alcance de la mano, amigos verdadero a los que puedes llamar hermanos, pero que las circunstancias ponen al borde de la desaparición… en resumen: lucha, miedos, fuerza, esperanzas, errores superados, valentía, amistad, amor, coraje: cojones para afrontar la vida.

Still loving you, de Scorpions. Ésta, junto con la que sigue, un peligroso coctel lacrimógeno. Es la máxima expresión del amor desesperado, un grito desgarrado de amor hacia alguien que ya no quiere estar allí. Y sin embargo, se sigue amando.

Always somewhere, de Scorpions. Es que encima el muy hijo de puta canta bien y con sentimiento. Miles de veces la habré escuchado, y más de una lágrima asomó por mis ojos al hacerlo. “Te llamo y está comunicando”, que escena tan familiar y desagradable ¿verdad? “Una noche sin ti es un sueño perdido”, sin palabras.

El hombre de hielo, de Sober. Los vellos de punta, tantos años después de la primera vez que la escuché. “Ha llegado el día de saparar la razón del corazón” fue mi intención durante mucho tiempo, mi eterno propósito fallido; “No tengo tiempo para discusiones que me quiebran la voz”, fue mi lema y lo será cada vez que tenga una relación “fomal”, pero también cada vez que algún o alguna hija@ de put@ me toque las narices más de lo apropiado. “Quiero cerrar esta herida y volar”sublime.

One, de Metallica. Melodía que habla, letra que protesta y reivindica, y oyente que reflexiona ¿qué más se puede pedir? De camino, os recomiendo que veáis la peli que aparece en el videoclip y de la cual hicieron la letra: “Johnny got his gun” (“Johnny cogió su fusil”). Si pusiesen esa peli en los institutos (no en las escuelas), en cinco años tendríamos aprobadas varias leyes encaminadas a mejorar el tránsito inevitable hacia el mundo de los muertos a quienes así lo deseen sin ningún tipo de polémica innecesaria. Joder, que para eso es su vida.

Sentir, de Luz Casal. Por recordarme que en ocasiones somos algo para alguien,  por lo que dice, por cómo lo dice y porque la escucho cada vez que estoy a punto de encerrarme en mí mismo y mandarlo todo a tomar por el culo (como hoy). “Sentir que aún queda tiempo para intentarlo, para cambiar tu destino. Y tú, que vives tan ajeno, nunca ves más allá de un duro y largo invierno”, en ello estamos, intentando cambiar día a día mi propio destino ayudándome de “anchas miradas como la mar”. Gracias.

Elegiste perder, de Ángel López. Sería un hipócrita si lo obviase. Fue una canción –y un artista también- que me marcó demasiado durante una etapa muy obscura de mi vida como para olvidarlo. Me gusta cómo canta Ángel López y tiene varias canciones que me parecen antológicas, y ésta, sin duda, lo es. “Es hora de medir nuestras huellas”, ¿se puede decir más con menos palabras? Pocas personas son capaces –o somos- de decir esto cuando nos damos cuenta de que quien tenemos a nuestro lado hace tiempo que dejó de estar ahí y, por tanto, hay que ir levantando el vuelo. Es más, son menos personas aún las que son capaces de ver y aceptar el hecho de que su compañer@ ya no está ahí, pese a parecerlo. “Elegiste perder”, eso sí que es difícil decir a quien amamos. Ello implica la aceptación de que hay que dejar atrás esa relación, pero también implica algo más difícil de alcanzar: autovalorarnos.

Outside, de Staind. Os pongo la versión del concierto porque es la primera que escuché y la que más veces he escuchado: unas mil millones… Hay otras versiones en acústico y a capela, podéis buscarlas porque son muy recomendables.  Amor roto, desilusión, aceptación de una situación, reflexión por lo que fuimos y dejamos de ser. Nuevamente algo dificilísimo de hacer: desmitificar a esa persona a la que amamos para aceptar la realidad.

So far away, de Staind. Ya os la puse y expliqué someramente los motivos, pero merece la pena incidir al respecto. Una letra que siempre añoré sentir como mía –y, en cierto modo, sigue siendo así- hasta poder decir que es así como me siento, una melodía que levanta el ánimo hasta a pobres nostálgicos y pesimistas convencidos como un humilde servidor. Sueños, realidad, esfuerzo, lucha, evolución, fuerza, constancia. Una canción que nunca dejaré de escuchar.

Sym. Núm. 3 ‘’Poco Allegretto’’, de Brahms. Por ser la primera pieza de música clásica que escuché motu propio y porque tardé años en conseguirla después de aquellas primeras veces en las que conseguía escucharla después de robarle el casete a y el walkman a mi hermano mayor, pues ambas cosas eran suyas y yo casi no sabía ni cómo se usaban a la tierna edad de ¿8? Años. La sensación que siempre me produjo, y aún hoy sigue haciéndolo, es la de relajación, como si estuviese flotando para, de pronto, hacerme caer estrepitosamente y, cuando el suelo está ahí mismo… de nuevo me eleva a no sé dónde. Así varias veces y cada vez con más intensidad, hasta que al final llega el clímax y la euforia, para desvanecerse casi tan rápido como llegó. Entonces respiro, y me siento bien.

Concierto de Aranjuez, II Adagio, de Joaquín Rodrigo. Pese a que la descubrí hace relativamente poco tiempo, ha tenido la bondad de regalarme cientos de horas de inspiración. La solemnidad de sus notas, que narran la defunción de un recién nacido y el debate moral de su padre –el propio Joaquín Rodrigo-, a caballo entre el reproche a Dios y la aceptación de los designios del mismo, terminando por aceptar su infortunio, me llevan a un estado de concentración que suele alejar lo justo todos los temas que me acosan a la hora de escribir. Os pongo la interpretación de Don Narciso Yepes porque es la que mejor sale y porque es la que más me gusta, pero la de Don Paco de Lucía es considerada la mejor versión por todos los expertos. Para gustos, los colores.

Espero que lo hayáis disfrutado.